domingo, 20 de marzo de 2011

De cuando buscaba trabajo

De cuando buscaba trabajo
Por Maximiliano Huertas

La verdad es que buscar trabajo, para mí, significó siempre una venta de sí mismo. Era salir al mundo, cuestión de ir a buscar los clasificados a algún kiosco amigo y ver la “oferta laboral” que por cierto en estas épocas es precaria. La mayoría de las veces en que fui a buscar trabajo lo hice en mi linda playera roja que tengo desde hace años y que en este momento en que escribo estas letras me sigue acompañando como una especie de sillas de ruedas, porque si bien mi pierna está quebrada en tres lo que puedo hacer y debo es andar en bicicleta. La rehabilitación lo indica y yo lo hago, como para estar mejor en el futuro.
Siempre bien vestido, siempre pulcro y con olorcito lindo como para que los que me vean y puedan llegar a darme trabajo digan “es un chico normal”. No importa lo que piense, si soy esto o aquello pero si estás bien vestido eso ya ayuda mucho, mata unos cuantos prejuicios. Tampoco nada de andar dialogando acerca de rebeldías ni nada por el estilo, siempre estándar en las respuestas, que nada muestre indicios que estudio letras o que yo soy esto o aquello. Nada de decir “escucho la rock and pop” o “la metro”. Si uno tiene que decir algo, creo yo, es que escucha de todo, no “tengo drama con la música” por más de que a uno le guste Piazzolla a los treinta años.
La historia es que en mi paso por varios trabajos me encontré de todo y recuerdo que en una época hasta me parecía divertido salir a buscarlo porque en general me encontraba con gente conocida. Como Mar del Plata es chico todos nos conocemos de alguna que otra forma y si nos ponemos a buscar hasta capaz que nos podemos a llegar a dar cuenta de que somos primos o algo así. Por eso a veces no hablar demasiado viene bien. Lo que a mí me sucedía era que me mataba esperar, por eso la mayoría de las veces me llevaba un libro para que me hiciera compañía y ya ver a una persona que está esperando para una entrevista y ese tiempo lo usa para leer, choca un poco. A mí, la verdad, es que no me importaba demasiado lo que dijeran, sabía que esa gente no era amiga mía ni aliada ni nada por el estilo. Para mis adentros me decía: “yo tengo que aprovechar este tiempo y la verdad es que leer para nada viene mal” y lo hacía. También desviaba mi mirada para alguna que otra purreta que había por ahí que esperaba promocionarse como yo para conseguir un trabajo con sueldo mínimo en la mayoría de los casos.
Pero hay otro sistema que no implica espera: el de darle a la monada que está sentada unas planillas para que llene y la verdad es que ese es un buen sistema que a mí me hizo llevar siempre en mi morral o donde sea una lapicera. Claro está que no falta que alguna pida lapicera y una secretaría la extiende con cara de “te la doy pero acordate de regresármela”. Yo no era uno de esos casos por suerte. Siguiendo con la planilla se veían preguntas tontas como “a que puesto aspira dentro de la empresa”,”cuanto es lo que pretende como remuneración” y otras que ahora en este momento no recuerdo. Bien, vamos por partes. El puesto que aspiro en la empresa es gerente, porque la verdad es que no quiero hacer mucho y eso trae consigo la respuesta a la segunda pregunta, porque quiero ganar más plata de la que usted piensa. Si $1.500 me sirven, $3.000 me vendrían mejor pero sé que no me los va a dar. Yo veo que estas preguntas en realidad no tienen para nada sentido pero sin embargo las personas, los aspirantes las contestan. “Cuanto quiere ganar”, lo que marca la ley, ni más ni menos. Así vamos a andar bien y en cuanto al puesto, primero empecemos y luego vemos.
Cuando uno dá el detalle de la familia a mí siempre me hubiera gustado decir que mi papá trabajaba en un cartel colombiano de narcotraficantes, que mi mamá era la Madame de la gran mayoría de los burdeles de la ciudad pero lo que respectaba hacia mi persona era que me quería ganar la vida por mi mismo, por eso estaba buscando trabajo. Pero no lo hice nunca y me sonrio mientras las letras caen en esta hoja virtual de computadora. La verdad es que lo hubiera hecho por la mera cuestión de verle la cara a quien me hacía las preguntas. Como para salir un poco de la rutina. Pero un día paso algo que en verdad me dio mucha risa.
Fui a ver un trabajo de vendedor, nadie sabía bien para qué era, había que vender eso sabíamos y yo en la vida tenia experiencia en cuanto a eso. La historia que cuando llegue al lugar en donde me irían a hacer la entrevista llovía a mares y yo era el cuarto en la cola, detrás de mí había algunos más pero para ser sinceros no eran muchos. Cuando entró el primero todos esperábamos ansiosos de que trajera la información que necesitábamos como de qué se trataba el trabajo, cuánto pagaban y demás. Asi fue que bajo la lluvia esperamos y cuando el chico este salió le miramos el rostro los demás que estábamos esperando y por lo que decía no era para nada bueno. Cuando le preguntamos de qué se trataba con indignación nos dijo “Es para vender perfumenes” y yo por dentro me morí de risa. Claro está que no quería ir casa por casa ofreciendo a las patronas algún Carolina Herrera que ni siquiera era original pero de seguro más barato, así que me fui. Pero cuando paso por esa casa en donde era la entrevista siempre me acuerdo de aquel chico que salió indignado y agrego a mi léxico una palabra nueva: el plural de perfume, o sea perfumenes.
Otra que fue graciosa o para mi lo fue, se trato de una en que se postulaba para vendedor de bicicletas, un ramo que jamás en la vida había probado. Por aquel entonces no me parecía del todo descabellado cambiar de rumbo en mi vida, salir de la gastronomía y probar otra cosa. Estaba cansado de la bandeja y de las llegadas tardes a mi casa y buscar algo nuevo no venía para nada mal. Cuando entre a la casa, una mini mansión en la ciudad, había una de esas mesas largas con dos psicólogas muy lindas que nos hicieron acomodar. Yo caí en el tercer lugar para las preguntas. El primero arrancó muy solemne, muy normal podríamos decir. Era un chico de unos veintitrés años de edad en donde desparramo su biografía en algo así como cinco minutos. La verdad es que lo hizo bien, no puedo decir nada pero cuando llegó el turno del segundo la cosa se puso más divertida o más triste también. El dialogo, más o menos, fue así.
- Bueno, yo me llamo Juan, tengo cuarenta años, tengo una hija de quince y una beba de un mes de nacida. (Primer golpe, él necesitaba trabajar porque había que pagar la olla). Prosiguió diciendo que hacía varios meses que estaba haciendo “changas varias”, que alguna que otra vez arreglaba una computadora y que con eso se ganaba la vida, pero que “la cosa estaba dura” (palabras textuales querido lector) y que hacía largo tiempo en que venía buscando trabajo pero no podía encontrarlo. Todo este discurso vino acompañado de una cara de tristeza que la verdad hasta casi amago a tirarle una moneda a este pobre hombre y decirle “quedate tranquilo hermano que como decía Olmedo: siempre que llovió paró”. Cuando termino un silencio inundo la sala como llenándolo de pena y luego seguí yo. Me preguntaron “y vos Maximiliano, que nos podés contar” y se me pasó por la cabeza decirles a estas muchachas que saben del inconsciente “Yo estoy bárbaro mamá, vivo solo, estudio, tengo una moto, alguien me acompaña en la vida, el trabajo que tengo me alcanza para el puchero y la renta pero quiero cambiar de rumbo, nada más. Ayúdalo a él que está hasta las manos. Por mí no drama, yo puedo seguir caminando tranquilo”. Pero no se los dije, como todos los que estaban ahí hice una biografía de mi vida en cinco minutos con mis “Greatest hits” claro está, nada de Lados-B. Pero cada vez que pienso en aquel momento me sonrío y me pregunto qué será de la vida de ese pobre hombre que por cierto espero que esté bien, con un trabajo que le permita vivir. A mí me llamaron para una segunda entrevista pero la verdad es que no tenía ganas de andar vendiendo bicicleta en horario partido, en lo más mínimo asi que no fui y nunca me arrepentí de hacerlo.
Hace mucho que no busco trabajo pero cuando recuerdo estos momentos me dan ganas de salir a buscarlo nuevamente, por el sólo placer de ver qué es lo que me puedo encontrar, por el show de venderse a uno mismo y que otros se lo crean y como premio me den una tarea laboral con salario mínimo.

1 comentario:

  1. Te leí. Letra a letra, palabra a palabra, oración a oración. Y cuando casi se termina el texto creí estar escuchandote... sintiendo tu voz... casi que la recordé, pero no pude. Y eso me dio pena. Daría lo que sea por volver a escucharte... volver a verte

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