domingo, 30 de octubre de 2011

Sumario

Gato blanco
AÑO 2 - Nro. 2
Octubre de 2011

Editorial

Música
Sigur Rós, por Víctor Olivera

Cine
Lo rubios, por Paula Iansilevich


Dossier de literatura estadounidense

4) La pandilla beat, por Hernán D’Ambrosio

Más literatura

La historia es el nombre de un crimen (Reseña de Sangre Vagabunda, James Ellroy, Ediciones B, 2010), por Elsa Kalish



Reseña

Teatro

Espacios alternativos

Finisterre (ficción)
Sombreros, por Debret Viana

Prédica de un silencio, por Rocío Nigrelli

Silencio, por Melina Alexia Varnavoglou

Hace mucho tiempo, por Verónica Maimone
Jardín Bárbara Platz, por David Filipiuk

martes, 25 de octubre de 2011

Jardín Bárbara Platz

Jardín Bárbara Platz

por David Filipiuk

Y mi mano estira líneas,
Asciende por tu cabeza,
Aprieta un poco
Y se estira,
Extrae los cabellos lisos,
De fuego
De sol
De arena
Finos como el tiempo,
En el cristal, corriendo,
Mide, traza, estipula,

Y tu mano es pasión,
Aplasta un prado.
Lo presiona,
Si acaso siente,
Mi mano en tus tetas,
O al levantarte de una nalga,
Y recorrer tu muslo de jean.
Pero a veces ojeo a los que pasan,
Porque, al fin y al cabo,
Es una plaza,
Aunque es invierno, y haga frío,
Pasa gente.

domingo, 23 de octubre de 2011

Hace mucho tiempo

Hace mucho tiempo
por Verónica Maimone

Hubo un tiempo
en que fui hermoso
Charly García
Hace mucho tiempo
las uvas sabían a siesta
y el cemento frío en la espalda
era un conjuro
contra el sol
que freía hormigas en segundos
y derretía la brea del asfalto
de cara al cielo
en la cercanía de otro cuerpo
se podía despotricar contra los padres
y desentrañar los misterios del sexo
teóricamente
y quedarse mudos
asombrados de un silencio perfecto
como si de golpe
la vida se hubiese extinguido sobre la tierra
y fuésemos los únicos sobrevivientes.
En una plaza nocturna
con las estrellas al alcance de la mano
se podía declamar a Jacques Prevert
y descubrir azorados
que hablábamos de lo mismo
desde antes
desde un tiempo sin nosotros
saberse parecidos
y distintos
forjados en la misma historia
de destierro.
Hace mucho tiempo atrás
yo podía tener pocos años
y no vejar
todo lo que amaba.

sábado, 22 de octubre de 2011

Prédica de un silencio

Ilustración por Gabriel Fara
Prédica de un silencio 
por Rocío Nigrelli

Estoy hiperactiva y escucho a las tres tazas de café vibrar al son de esa canción de jazz que alguna vez escuché en un prostíbulo escondido entre dos calles de París que solo conocí en fotos, que en la negrura de la noche compartían ese olor digno del café argentino, esa Argentina lejana que en un momento de esa oscuridad se rio de mí sin que yo terminase de comprender la broma junto a mi compañera de bebidas fuertes, la muerte.
Entonces te leo- cartas tinta mono simbólica lejana ultrajada- y creo que comprendo que las tres tazas las compartí con vos, sí, en algún sueño donde yo cansada me quejaba de no entender- no sé qué cosa- y vos me mirabas y así videnciabas que cada uno sufre al amor de una manera distinta, como cuando caminábamos con las manos en los bolsillos y vos fresco me tirabas ese “¿En qué pensás?”. Y yo entonces apuraba el paso y me metía en mi casa, cerraba con llave la puerta y al segundo te extrañaba, pero no existían los teléfonos, o tal vez eras vos el que no tenía, y tenía que caminar- aunque corría, y paraba, para que los vecinos no encontraran que el tiempo se me escapaba y la humillación permaneciera impregnada en las cortinas y no en la luz- y entonces golpeaba tu puerta de roble fino que tus bisabuelos construyeron para guardar calor y yo me sentía tan fría y ajena que las posibilidades danzaban y caían de mi hombro para chocar al piso y provocar ese ruido que luego escuché de vos el día que te fuiste para siempre, en esa habitación azul, llena de cuadros que ninguno conocía pero que formaban parte de la charla cotidiana de todos los días. Pero entonces golpeé y vos no me escuchaste y supe que era la primera vez que el desencuentro nos envolvía y extrañamente comprendí que lo inevitable se había vuelto el castigo de esa mirada robada por un niño como el que nos confundió en el Louvre por sus padres un día en donde pensé que iba a nevar, y vos me respondiste que no, y hasta hoy que no te creo porque yo sé que nevó aunque tu pelo siempre permaneció negro y mis manos calientes en tu abrigo. (…)
Contame de tu vida, de tu muerte o de tu amor, así como las nubes cuentan al sol las novedades de las sombras que se extienden hasta perderse en ese horizonte del que me contabas antes de dormirme cerrada en la llave de tu mirada que congelaba mis sueños y no me dejaba danzar pero tampoco entender esas pesadillas donde las cruces no existían pero sí la sangre, donde tus ojos no me veían pero sí me poseían en el malévolo juego de subsistir hasta en la noche donde no se necesitan ojos pero sí manos, manos malévolas, manos tiernas, esas manos que acarician mi cabello y descubren que hay miles de maneras de volar, como estar en tus piernas y que vos tararees esa canción de jazz de algún club al que nunca iré porque sé que es donde conociste a tu ex y donde yo creí olvidarte antes de conocerte, solo por miedo a sufrir.
Entonces me acuchillan con esa germinación de noticias, me dicen solamente “murió” y siento que yo soy la secuela de esa muerte, cuando te robo protagonismo; porque sabemos que sólo vos podrías encontrarle ese sentido, porque es tan tuyo como tus brazos, como tus pestañas que me hacen creer que son el escondite de tus ojos cuando el escondite de tus ojos son las miradas.
“¿Qué más pesado que tenernos libres?”, me especulaste esa noche en donde las estrellas eran entes tímidos que preferían soñarnos a simplemente mostrarse en el acto pornográfico de lucir esa luz que tratan de emitir los pobres trajes de las adolescentes en su baile de despedida de la secundaria, así recuerdo que vos no pudiste llevarme al mío porque aún éramos jóvenes y nos divertíamos recortando fotos de autos pero nunca ahorrando más que para comprar esas revistas muy caras para la época y seguir recortando las figuras de los automóviles por miedo a agotar nuestras expresiones y encontrar esa excusa que haga escondernos como las estrellas, alejarnos hasta un día chocar por la ciudad y creer que los fantasmas no son más que tardes en donde uno se despide y no vuelve a manchar el piso con barro nunca más, ni tampoco intentar prender la TV con el codo sabiendo que se van a apretar todos los botoncitos y que el aparato no se va a romper, pero tampoco prender. Y así nos desesperábamos y no teníamos más que los cuerpos- y eso nos bastaba por un momento. Luego recordábamos al tiempo y la sed era inevitable, pero claustrofóbica, y vos me invitabas a salir, sólo salir, nunca decías dónde; pero siempre terminábamos en el café Rouge, apartados de las demás mesas, con cierta mirada cómplice al camarero que nos reservaba siempre la misma mesa los jueves, esos días que nosotros queríamos cambiar pero nos imposibilitaba la cercanía que pronto se despareja con evitar al otro en una suerte de malévola costumbre. “¿Quién nos separó?”, trazás entre dientes y yo sé que lo dijiste tarde, así que no te contesto, sonrío, no logro a reír, pero te sonrío y entonces recuerdo la melodía que tanto tarareabas cada vez que el colectivo se nos iba y vos camuflando enojo fingías conformismo y aparecía esa melodía que nunca te pregunté de quién era pero que la tomé como propia ese día, y vos pareciste sorprendido, y nos dimos cuenta de que era viernes, el Rouge estaba lleno y esa mesa que tantos jueves nos esperó la ocupaban ahora una pareja joven, y en contraste nos sentimos tan viejos que en vez de esperar el bus pedimos un taxi y no nos hablamos más que con el reflejo que forzaba a las paredes a derrumbar pronto su azul y teñirse del blanco más gitano a nuestras ideas.

viernes, 21 de octubre de 2011

Espacios alternativos - CILC: los inicios de una editorial

CILC: los inicios de una editorial
por Juan Alberto Crasci










Promediaba el año 2006. Juan Manuel Daza (JMD) y quien escribe (JAC) quisimos editar un libro. ¿El libro? Breve, adolescentón, catártico, carente de sentido. ¿El título? Vamos a rockearla! Catálogo de la desesperanza. Éste reunía veintiún textos que ambos Juanes habíamos escrito alguna vez, entre los años 2002 y 2006. A JMD se le ocurrió la brillante idea de que cada uno de los textos estuviese acompañado por una ilustración, por lo que nos pusimos en campaña para conseguirlas . ¿Las ilustraciones? Lo mejor del libro. Hasta aquí, todo lindo. Luego se avecinó el caos: editoriales que pedían fortunas por imprimir doscientos ejemplares, imprentas que pedían media fortuna por imprimir cien ejemplares, editoriales e imprentas que ni se interesaban en ganar dinero imprimiendo solamente doscientos ejemplares, etcétera.



Tapa de Vamos a rockearla! + ilustración de Gustavo Sala

Visto y considerando que –en el mejor de los casos– a cambio de nuestro dinero sólo obtendríamos la impresión del trabajo y nada más –ni hablar de presentaciones, prensa, distribución–, tratamos de encontrarle la vuelta al asunto. Decidimos fundar una editorial (CILC) . ¿Cómo? No teníamos idea de nada. Desconocíamos la ya prominente movida under que azotaba las calles de Buenos Aires. Sólo nos importaba lo que queríamos hacer y sobre todo lo que nos gustaba, lo que valorábamos.

Así, por necesidad, nació el festival rocanpoetry!, cuya única misión, en su primer intento, fue la de recaudar dinero para poder imprimir el libro. Juntamos plata, pero seis meses después de la primera averiguación por las imprentas, todo había aumentado al doble. La plata que teníamos no servía para nada. ¿El próximo paso? Comprar impresora, papel, y armar el libro nosotros. Tarea ardua, tratándose de un libro de sesenta y cuatro páginas, y de al menos cien ejemplares. No importó; con tiempo y paciencia lo hicimos –previa edición de cinco pequeñas plaquetas de poesía que dimos en llamar “miniediciones”–. Estas plaquetas tienen dieciséis páginas y un tamaño de 10 x 7 cm.

Tapas de las primeras cinco miniediciones, correspondientes a: El hilo de las horas
de Fernando Bogado; Dactilografía para mensajitos de texto, Clase Nº1, de Nono Trakinas; 
Poemas para leer bajo la frazada, de Juan Manuel Daza; El gusano, de Inés Rando y 
Hendidura, de Juan Alberto Crasci.

Hasta el momento podemos ver que todo plan previo se veía desbaratado por las benditas y marxistas condiciones materiales de existencia: 1. quisimos hacer un libro; 2. necesitamos hacer un festival para hacer un libro; 3. la plata no alcanzó; 4. lo solucionamos artesanalmente, intercalando la edición de plaquetas de poesía; 5. etc. Así podría contar los sucesos hasta el día de hoy. Pero, por obra y gracia de… nosotros mismos, nunca fue un impedimento tan grande la falta de dinero. Siempre pudimos ingeniárnosla para hacer lo que quisimos hacer, aunque tardando más. Las cosas nos costaron el doble, el camino se hizo largo. Y estos “desvíos” no son vistos por nosotros como maldiciones, sino que gracias a ellos pudimos aprender muchas cosas en el camino y vamos disfrutando más de lo que podemos conseguir. Si hubiésemos tenido el dinero para editar el libro, de una, la situación moría ahí. Teníamos el libro… ¿y qué?

Con el paso del tiempo continuamos la edición artesanal de miniediciones y también sumamos nuevas pequeñas colecciones de plaquetas, como las 33coma3, de 16,5 12 cm., o las descartes, de 7 cm. x 10cm. y cantidad de páginas variable.

Tapas de las primeras cinco descartes, correspondientes a: Siesta, de Juan 
Alberto Crasci; Este envase contiene el jugo de ocho naranjas exprimidas 
aproximadamente, de Fernando Bogado, El mercado de la carne y Los
proselitistas del rock, de Walter Godoy y Diario íntimo, de Mariano Massone.

Con el festival rocanpoetry! desde un principio logramos unir de una manera llamativa el rock y la poesía y eso repercutió de manera fuerte en la gente que comenzó a seguir el festival. El público –promedio 130-140 personas por evento, aproximadamente– venía a disfrutar de un “show” integral, de un concepto bastante armado, pautado, pensado –no consideramos el “micrófono abierto” como una alternativa válida para un encuentro poético. Ese mic abierto que se piensa como democrático convierte la noche en un caos en el que nadie escucha a nadie y en el que lo que importa es la cerveza, como dice la publicidad–. Si bien el público venía a escuchar a sus amigos, o a ver a la banda de su novio/a, se quedaba a escuchar a todos los poetas y a todas las bandas o solistas. Nos resultó bastante llamativo ese marco de respeto y de silencio –lógicamente, no completo– que se fue generando .

Fotos de Tulús en el rocanpoetry! #17 y de Strudl Von Disphonic 
Orchestra (Uruguay) en el rocanpoetry! #19.

Gracias a la participación en estos festivales, se unieron definitivamente al núcleo editorial Fernando Bogado (FB) –quien recientemente se desvinculó del proyecto– en 2007 y Sebastián Realini (SR) en 2008. Por casi tres años seguimos organizando los festivales, ya teniendo pautado el próximo –el rocanpoetry! #20– para diciembre de este 2010, momento en el que ya estaremos los tres miembros actuales de la editorial viviendo juntos, en una casa que alquilamos para dedicarnos full time a este proyecto.

Mientras tanto, en lo que se refiere a la actividad editorial, fuimos creciendo paulatinamente, pudimos enviar nuestro material a imprenta y logramos de esta manera realizar libros más grandes y con una tirada mayor, cosa que no podíamos resolver en poco tiempo nosotros armando libro por libro, a mano. Esto supuso un crecimiento radical en nuestro modo de funcionamiento, aunque parezca lo normal para cualquier persona que quiera hacer un libro. Quiero decir: uno tiene la plata, manda el libro a imprenta, la imprenta realiza el trabajo y le entrega el libro a la persona, listo. Nosotros no estábamos acostumbrados a eso; realizábamos toda la tarea –diseño, impresión y el posterior armado–, sin cobrarle un centavo a los autores que editamos, porque consideramos que una editorial no tiene que aprovecharse del autor desesperado e inexperto, que desconoce del funcionamiento de la industria editorial –como nos pasó a nosotros al principio–, para sacarle el dinero. Así, luego de casi tres años, logramos editar Poesía popular argentina, del poeta cordobés Vicente Luy, y la Colección Gama, que reúne a dieciséis poetas muy prestigiosos de toda la Argentina .

Imágenes de tapa de Poesía popular argentina, de Vicente Luy, 
y de Héroes, de Silvio Mattoni, libro integrante de la Colección Gama.

El problema no se termina al recibir el libro de la imprenta y pagárselo; ahí recién comienza. ¿Cómo hacemos las editoriales under/independientes para vender los libros? Si bien los puntos de venta más importantes para nosotros son las ferias y eventos en los que podemos ofrecer nuestro material, consideramos necesario ingresar al circuito de librerías. No porque eso valide nuestro trabajo, sino porque es otra forma de que la gente pueda acceder a los libros, en todo momento, sin necesidad de esperar a que llegue el fin de semana para asistir a una feria. Ardua tarea la de la distribución, que también realizamos nosotros mismos, librería por librería, siempre y cuando las librerías acepten el material, ya que al ser una editorial pequeña y desconocida, y no llevar el material a través de una distribuidora, son pocas las librerías que acceden a recibirlo.
Lo arduo de esta tarea independiente, al menos como la concebimos nosotros, no está dado por la falta de dinero disponible para editar –cosa obvia, nuestro funcionamiento se basa en “desvíos” por no tener plata–, sino por cómo hacer para poder llevar a cabo los planes a pesar de todo. Es necesario tiempo, ingenio, dedicación: generar alternativas a lo ya conocido.



Contacto:
Editorial CILC
Av. Rivadavia 8029
arockearla@gmail.com

CILC: los inicios de una editorial - Poemas

 CILC: los inicios de una editorial

Poemas de Juan Alberto Crasci, de la plaqueta Hendidura:

29 de febrero

Porque toda división es injusta
y toda ciencia
imprecisa.
Chorrean gotas de tiempo,
pacientes,
esperando el momento
para rebalsar los cálculos.
Una vez cada cuatro años
el universo tiene la certeza
de que la única ciencia exacta
es la poesía.

*

I
Mucho pensar,
hablar,
teorizar,
y al fin de cuentas
la realidad es lo
que no está
en la mente.
Por eso
miro mi mano y veo
mi mano;
no las nuestras.

******

Poemas de Juan Manuel Daza, de la plaqueta Poemas para leer bajo la frazada:

1
Poemas para leer bajo el cubrecama
o bajo la frazada.
Pero nunca bajo la sábana.
Jamás nos brinda igual cobijo.
Bajo la frazada estoy contenido.
Bajo el cubrecama,
también.
Bajo la frazada se tejen pensamientos
de lana de oveja.
Bajo el cubrecama se hilvanan
delirios de alpaca.
Bajo la sábana, todavía se ve el afuera.

*

2
Buceando profundo en mis cobijas,
una vez,
cuando niño,
descubrí un arrecife de corales,
una estrella de mar,
un galeón hundido.
Pero ni bien encontré al calamar gigante
de 20000 leguas de viaje submarino,
me asusté
y todo el aire de mis pulmones
de una sola vez
se fue.
Y nadé desesperadamente hacia la superficie,
respiré hondo
y me sentí afortunado.


******

Poemas Sebastián Realini, de la plaqueta La Felicidad:


2.
No sé que es más fuerte:
si mis ganas de tener un hijo
o mis ganas de tener
algo
con la persona que ahora
supuestamente me ama.
Por el momento
no tengo un hijo,
ni siquiera un compromiso,
y encima tampoco sé escribir;
tengo un poema mogólico

*

Local
El olvido
es ese montón de:
impuestos
cartas
inimaciones
volantes
en el piso
del otro lado de la vidriera
en ese local vacío
en el que nunca nadie
compró nada.

jueves, 20 de octubre de 2011

Biografía Infame de Cronopios y Allegados

Biografía Infame de Cronopios y Allegados
Crueles, crueles cronopios...
por Agustina Iansilevich


Ilustración por Joaquín Abruza
EACUS EACO CAÑONES: Sobrino olvidado del Coronel Cañones, fue conocido como el Playboy de América. Luchó contra las invasiones inglesas, galesas, rusas y australianas del 89’. Rozó la locura y escribió algunos de los textos más bellos del mundo, los cuales se perdieron en las piras fúnebres de ciertos capitanes vikingos. Encontró la felicidad y la perdió. Perdió asimismo otras tantas cosas, pero nada de importancia, según declararía luego en una entrevista con David Frost. Gobernó muchos países hasta morir de hipotermia a los 240 años. Según leyendas locales, llovieron cristales el día de su muerte.







Ilustración por Joaquín Abruza
ANÓNIMO [Yo-no-soy-aquel-escritor-francés] VOLTAIRE: Bautizada con un nombre perteneciente al idioma de las mariposas, se le dificultó a sus padres el trámite del registro civil. No vivió en ninguna tierra, pero su existencia es conocida en varias zonas del multiverso. Cambió la densidad de la realidad sin quererlo a los cuatro años; para su doceavo cumpleaños ya había destruido varias dimensiones y creado otras tantas. Fue perseguida y quemada en la hoguera por bruja y murió en al menos cinco realidades alternativas. En las realidades en las que sobrevivió luchó por el derecho de los minerales a tener una vida justa. Hasta el fin de sus días, ninguna roca se lo agradeció.


Blog de Joaquín Abruza: http://joaquinabruza.blogspot.com/

La obstinación (a propósito del Peronismo de Feinmann)

La obstinación (a propósito del Peronismo de Feinmann)
por Juan Di Loreto

1 Desproporcionado, desbordado, bifurcado. El libro de José Pablo Feinmann, Peronismo, filosofía política de una persistencia argentina, merece esos y otros calificativos. La adjetivación es múltiple por la monstruosidad (dos volúmenes que suman unas mil cuatrocientas páginas), por la pretensión y por el alcance de la obra. Del primer gobierno de Perón, el mitificado, el recuperado, el mil veces evocado, hasta el Perón de López Rega y la Triple “A”, que anunciaba la larga noche de la Dictadura del ´76.

2 ¿Qué es el peronismo? La pregunta parece hacerse una y otra vez en cada capítulo. Porque, como dice el lugar común, hay muchos peronismos. Y el escritor y filósofo inventará el suyo. Algunas críticas han señalado la ficción que construye Feinmann como un “defecto”, pero qué va a buscar el lector sino unas invenciones ajenas que se hacen de los hechos. Como muchas veces sucede, uno va a buscar un modo de contar, un nuevo cristal para acercarse al pasado. No hay (casi) dudas de lo que ha ocurrido, pero sí, y muchas, de las maneras de darle sentido al relato peronista.

3 “Hay grandeza y profundas miserias en el peronismo”. “Hay demasiados muertos”. “Hay una historia desbocada”. “Hay líderes (sobre todo uno), hay mártires (sobre todo una), hay obsecuentes, alcahuetes, hay resistentes sindicales, escritores combativos (…), hay más de cien desaparecidos en el Nacional Buenos Aires”. Eso es lo que hay, dice Feinmann.

4 En algún lugar, Juan José Saer se preguntaba qué es lo que ve un hombre entre dos sueños, cuando todavía no ha terminado de desembarazarse del primero y, en seguida, es atrapado por el segundo. Con el peronismo la cuestión se repite. Del sueño y la caída, de la resistencia y los fusilados, de la primavera de Cámpora y el horror, de los ´90 y el kirchnerismo. Todo parece un relato incansable, absurdo, contradictorio. El peronismo quizás no sea otra cosa.

5 El escrito de Feinmann es un ensayo de filosofía política, es una extensa novela (Timote, relato del asesinato de Aramburu por Montoneros, surgió mientras Feinmann escribía su Peronismo), es una autobiografía y una monumental narración coral sobre una “obstinación” argentina. También es un espejo fracturado, no por la imagen que nos devuelve, sino por la posibilidad, una vez más, que nos da de mirarnos.

miércoles, 19 de octubre de 2011

La traición de (y a) Manuel Puig

La traición de (y a) Manuel Puig
por Pedro Díaz

Cuando se habla de Manuel Puig existe un epíteto que suele acompasar su nombre: “transgresor”. De esta manera, un trabajo de excavación biográfica se inicia y concluye en el más esperado y cómodo argumento en el que se apoltrona este calificativo: la sexualidad del escritor. A partir de aquí, se formula el axioma que parece agotar todo análisis: es transgresor porque es homosexual. Al parecer esa es la premisa que rige la lectura de Puig. También, parece hacerlo transgresor narrar la “comedia humana” de General Villegas, un escondido pueblito al noroeste de la Provincia de Buenos Aires, recientemente devuelto al maisntream por ser protagonista de un video que involucraba sexualmente a una menor y que dividió a la opinión pública. Hasta aquí, la crítica que no lee pero sí dice cómo hay que leer nos gana de mano y comete la primera transgresión contra la inteligencia.
Igualmente, no todo está perdido. Es posible conservar el adjetivo y endosárselo a Puig sin culparlo de nada o culparlo de todo. Es un transgresor, porque viola (evitar la asociación legranesca de violación-homosexualidad), porque parodia (entendida la parodia como inversión productiva, revelación de los mecanismo de producción de un texto y no un mero alarde barroco) las convenciones del folletín para articularlas con otras redes discursivas. En su más conocida y representativa novela, Boquitas pintadas (1969), best seller que logró atraer tanto a intelectuales como amas de casa amantes de los radioteatros, el entrelazamiento de géneros es evidente: el folletín, como el sistema nervioso central de cualquier anatomía que se nutre a su vez del género epistolar, la crónica, las revistas del corazón, los documentos policiales, los monólogos, el cine (esto último tiene su corolario en la versión cinematográfica que Torre Nilsson decidió llevar en 1974).
Del folletín es importante señalar algunos cuantos aspectos para comprender su gravitación dentro de la literatura. El folletín, considerado parte de las “literaturas marginales” (incluida la ficción científica, la narrativa popular, al fotonovela, etc.) fue el producto de la sociedad industrializada, cuyo desarrollo se gestó durante el siglo XIX, y que a mediados del siglo XX dio nacimiento la cultura popular de masas (término acuñado por el crítico inglés Lawrence Alloway en “The Arts and the Mass Media”). Este proceso resultó del ingreso de la burguesía a una mejor posición económica y política, la modernización mediática (importantes cambios producidos en el periodismo en conjunto con la implementación de nuevas tecnología), la democratización de la cultura letrada (fuerte alfabetización de los sectores que hasta el momento no tenían acceso a la educación). El folletín, por lo tanto, fue el resultado de una transgresión de la cultura letrada. Se arrancó, entonces, a la literatura del seno cortesano y de la actividad meramente ociosa para ajustarla a los estándares del público emergente, la exigencias económicas (el dinero y el escritor ya no es un tabú) y la consiguiente profesionalización del escritor (ejemplos de primeros escritores profesionales son: Honoré de Balzac (1750-1850) en Francia y posteriormente Roberto Arlt (1900-1942) en Argentina). Por otra parte, la literatura de corte popular camaleónicamente asimiló el paisaje urbano, tal como lo señala Edgar Morin:
La corriente popular permanece fiel a los temas melodramáticos (el misterio del nacimiento, la sustitución, los padrastros y madrastras, falsas identidades…), herederos de la más antigua tradición de las imaginación literaria (la tragedia griega, el drama isabelino), adaptada al cuadro urbano moderno.
Luego de este intenso paseo por algo tan complejo, retomemos Boquitas pintadas. En esta novela, Puig, se “apropia” de los estandartes de la cultura de masas, de la misma forma que los artistas del arte pop (Roy Lichtenstein, Claes Oldenburg, Eduardo Paolozzi, Andy Warhol, entre otros) para hacerlos funcionar dentro de un gran folletín que a su vez se configura con una serie de narradores que extrañan los acontecimientos ( la especie de didascalias que acompañan a las cartas que van de la primera a la tercera entrega correspondientes a “Boquitas pintadas de rojo carmesí”, el “cronista” que hace su aparición cuarta entrega y que narra con exagerada precisión un día de los personajes, las anotaciones técnicas de la sexta entrega que se parecen a juicios constativos producto de la actividad científica que los sucesos de la romería, entre tantos otros) exigen de un lector activo, tomando la metáfora del semiólogo francés Christian Vanderdorpe, que realiza el trabajo de la abeja que recolecta el polen y lo convierte en miel.
Con todo lo dicho anteriormente, Boquitas pintadas, como epítome de la narrativa de Puig, demuestra que la transgresión supera al voyeurismo biográfico y que sólo se explica si se toma a la literatura en serio, es decir, jugando con ella.