sábado, 12 de marzo de 2011

México 68. Una nota, para el no olvido

México 68. Una nota, para el no olvido
Por Jesús Cruz Flores (Guadalajara, Jalisco. México)

Debo decir que tengo como referencia del ‘68 la espera de mi madre de una de mis hermanas mayores. Mi madre estaba a punto de dar a luz cuando el año 1968 estaba por ponernos en la lista oficial de la historia de las represiones. Eran los tiempos del Presidente Díaz Ordaz cuando se dio la orden de acabar con los movimientos sociales que se gestaban en México, o por lo menos “pacificar” esta tierra de volcanes que nunca ha estado en paz.
Los movimientos intermitentes de este país son eso, luces que en determinados momentos se encienden para mostrar que debajo nuestro va a vibrar un terremoto que sacudirá las entrañas del México Profundo con su mitad de sobrevivientes, a duras penas y en la más extrema pobreza en el mayor de los casos. Esta desigualdad social ha llevado al país a encenderse en muchas ocasiones. El movimiento del ‘68, desde esta perspectiva, fue la síntesis de la década anterior. Entre el antes y el después, es necesario para entender el movimiento de la década explorar unos treinta años antes, por lo menos. Hacia atrás, pero también hacia adelante.
Al hurgar en la historia mexicana, encontramos el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM) como antecedente del ‘68. En 1958 dicho movimiento conllevó una serie de acciones de huelga, la toma de instalaciones de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y marchas que se prolongaron durante meses, desde estallido de huelga durante el mes de abril hasta la represión de septiembre, que implicó la detención de varios de los líderes y su encarcelamiento en condición de presos políticos.
La libertad de aquellos presos políticos del ‘58 fue una de las banderas que enarbolaron estudiantes, maestros, obreros y demás contingentes que participaron en las marchas y mítines del movimiento del ‘68. Las conflictivas derivadas del rompimiento entre villistas y zapatistas con los constitucionalistas será uno de los antecedentes del movimiento del ‘58. La casa del obrero mundial, instituida por el presidente Madero como una liga entre el Estado y el obrero va a ser, desde 1912, uno de los semilleros en donde los movimientos sociales se gestarán; muchos cuadros se nutrirán de esta casa y el sindicalismo crecerá con las consignas socialistas de los años cuarenta: las bases anarco sociales de los hermanos Flores Magón. Con el liderazgo del revolucionario y docente normalista Othón Salazar, el movimiento de 1958 va a dar cabida a toda una reacción que, en sumatoria, va a generarle al gobierno federal un gran malestar. Las reivindicaciones sociales están en su apogeo. Los sindicatos de ferrocarriles, de los mineros y de los electricistas de luz y fuerza del centro (empresa que, dicho sea de paso, fue desaparecida durante el mes de octubre del año 2008/9? por orden del Presidente Calderón Hinojosa), conformarán un movimiento que va a cimbrar la estructura gubernamental de esa época.
Como resultado de la tortura y la detención de cuadros obreros, la resistencia y la lucha obrero sindical van a generar una serie de movimientos que, aunque para el año sesenta parecen haber acabado, no lo han hecho. Esta sensación proviene sólo del efecto de un maquillaje de los tiempos electorales del ‘58.
La resistencia y la lucha resurgirán con las protestas de liberación de los líderes aún detenidos. Esto, y la devaluación de 1954, serán parte de los detonantes de insatisfacción que conducirán a la revolución social. Ya estaba en marcha el levantamiento armado de Rubén Jaramillo, la guerrilla Jaramillista. El movimiento del ‘58 fue una gesta que, aunque resistió a los embates de su tiempo, la reacción del estado y la persecución de sus miembros, no prosperó. Sin embargo fue el precedente que sentó las bases del movimiento de 1968. Y lo ocurrido en el ‘68 (la matanza de Tlatelolco) dio pie a la construcción de un sistema más democrático, aunque esta democratización llegó de manera paulatina.
Hacia finales del siglo XX, Ernesto Zedillo Ponce de León, uno de los jóvenes del ‘68 ya imbuido en la madurez política, ocupa la presidencia. Pero esa llegada de uno de los entonces jóvenes detenidos durante el ‘68 y vinculado a cuestiones sociales fue sólo una transición y empoderó, paradójicamente, a una figura de la extrema derecha mexicana, al presidente Vicente Fox, quien inaugurará el siglo XXI con un gobierno rotundamente contrario a los paradigmas derivados de los revolucionarios de la gesta mexicana de 1910 que, con sus instituciones, sus contradicciones y sus confrontaciones, habían influido en los diversos movimientos sociales obreros.
Estos hechos mencionados serán registrados por la literatura escrita en esta y en otras épocas posteriores a la década que va del ‘58 al ‘68, pero varios autores no sólo reaccionarían ante los acontecimientos con denuncias literarias, sino también con una actividad más apegada a lo pragmático. Así, entre los autores que van a destacarse entre esta generación de intelectuales y luchadores sociales, será la más acentuada la figura del escritor duranguense José Revueltas(1), quien compartiera durante el ‘68 la cárcel de Lecumberri con la generación del relevo, uno de cuyos representantes sería José Agustín. José Revueltas será un autor de compromiso que, desde la más temprana edad, militará en el partido comunista mexicano y pasará una parte de su tiempo de vida como preso político en cárceles de alta seguridad. Apresado en 1958, y acusado en 1968 de ser la cabeza intelectual de las protestas estudiantiles, en la última entrevista de Gustavo Sainz, Revueltas menciona la influencia de esta vida entre rejas al hablar sobre El apando, una de sus obras consideradas como cumbres en su literatura: “Escojo la cárcel como ambiente, es decir, ambiente simbólico. Porque la cárcel no es sino un compendio, una condensación de las sociedades. Las rejas para mí, las rejas de El apando, son las rejas de la ciudad, y las rejas del país y las rejas del mundo. La cárcel no es más que un reflejo condensado de la sociedad.” (2)
Revueltas, en su carácter de intelectual, cuestionará las estructuras del sistema mexicano,pero también será expulsado de su propio partido por criticarlo. El ensayista Gabriel Pérez Miranda escribe en la revista La siega al respecto:
[José Revueltas es] víctima de la derecha en el poder; la actitud crítica de Revueltas le valió, también, su expulsión del Partido Comunista Mexicano, al señalar los errores de su propio partido y, aún más, del estalinismo en boga. Mientras Neruda y los Realistas-Socialistas loaban y ensalzaban el régimen de Stalin, Revueltas, con asombrosa lucidez, hacía énfasis en los excesos de éstos. Así, hacia 1949, con la publicación de su novela Los días terrenales, Revueltas enfrentaría la crítica y los ataques que tanto la derecha como la izquierda lanzaban hacia su persona, sus ideas y su literatura.
Siendo un autor de profundidades, Revueltas va a tener una vida azarosa y de gran influencia en la búsqueda de la democratización de su país. Y fue un autor de coincidencias ideológicas con figuras como el líder ferrocarrilero Valentín Campa, quien durante 1927 fue sentenciado a morir fusilado por el presidente Plutarco Elías Calles.
En su libro Mi testimonio, memorias de un comunista mexicano, publicado en 1978 y actualmente agotado, Campa narra cómo el presidente Calles dispuso su aprehensión y fusilamiento, y cómo se conjura la orden por la intervención de Emilio Portes Gil, a la sazón gobernador de Tamaulipas. “La orden de fusilamiento fue cancelada, acompañada de mi extradición inmediata de Ciudad Victoria a Monterrey. Me prohibieron regresar a Tamaulipas, me condujeron a un tren y salí con destino a Monterrey”.
Lo anterior forma parte de un artículo escrito para el periódico La Jornada por Rosa Elvira Vargas, quien expresa el acontecer político del México Profundo del siglo XX: “En junio de 1962, José Revueltas le envía a prisión un ejemplar de su ensayo Sobre un proletariado sin cabeza, con la siguiente dedicatoria: «Al gran luchador Valentín Campa, a quien, por encima de diferencias polí¬ticas, considero siempre como un héroe indiscutible de la clase obrera de nuestro país». Ese era Campa”.
La mención de José Revueltas a las “diferencias políticas” parte de la crítica que Revueltas mantendrá en torno a muchas de las formas de la izquierda mexicana, que José considera como inoperantes y fuera de toda lógica racional, tal como deja entrever Rosa Elvira en su artículo. La actividad de estos personajes, con sus críticas, en la historia de México, va a ser relevante pues desde sus posiciones ideológicas van a aportar a México los elementos para su evolución.
Otro autor que tendrá relevancia por su postura frente a los acontecimientos del ‘68 va a ser el poeta y ensayista Octavio Paz, quien ante la matanza en Tlatelolco renuncia como modo de protesta a su cargo de embajador de México en la India, y para el año de 1971 regresa al país para fundar la revista Plural y colaborar con Julio Scherer para acelerar mediante la prensa la democratización del país. Esto lo atestigua Guillermo Sheridan en una entrevista concedida al periódico La Jornada.
En cuanto al papel de la prensa y los intelectuales en la democratización de México, cabe mencionar que un texto clave para entender este fenómeno será Los periodistas de Vicente Leñero. Este libro narra cómo Julio Scherer y su autor enfrentan al estado mexicano que les arrebata al periódico Excélsior de las manos, enajena los bienes del medio y les orquesta una huelga en esa cooperativa. Resultado de lo cual se funda la revista Proceso.
La literatura fue, en todos estos casos mencionados, un instrumento para el avance socio-histórico-político, instrumento que al día de hoy aún pervive en la inestabilidad social mexicana, aunque con sus bemoles propios del siglo XXI. Y habla de un México de heridas sobre heridas. Que no acaban de cerrar.

1 Loyo Brambila, Aurora (1980). El movimiento magisterial de 1958 en México, Ediciones Era edición. ISBN 968-411-001-4.
(1) José Revueltas Sánchez (Canatlán, 1914 - Ciudad de México, 1976) fue un escritor, guionista y activista político mexicano.
(2) Gustavo Sáinz, y otros. La última entrevista con José Revueltas, p.10.

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