domingo, 20 de marzo de 2011

Piotr

PIOTR
Por Gustavo Abraham


El personal de los institutos de investigaciones científicas y de los burós
de diseñado, los experimentadores y las fábricas de la industria que
han creado el segundo satélite artificial de la Tierra soviética dedican
el lanzamiento de éste al XL aniversario de la Gran
Revolución Socialista de Octubre.

Comunicado de la agencia soviética de noticias T.A.S.S., diciembre de 1957

"... No te será difícil creerme que ignoro todo acerca de la suerte que haya co-rrido la Revolución. Si estoy aquí es porque, aunque lejos de dudar de las vir-tudes del socialismo, siempre sostendré que luego de la masacre de Kronstadt, no podrá aguardar nada bueno a los proletarios del mundo mientras el Partido porfíe en situar la libertad del hombre en ese momento futuro que a muchos les gusta llamar tiempos mejores. Debes procurarte tiempo (y extremo cuidado) para leer los catorce números de Izvestias editados por los camaradas de aquel puerto, alzados en armas contra la locura burocrática. Los micropuntos que los contienen puedes encontrarlos en mis discos de Tchaikovsky (espero que los hayas conservado)...". Extenuado, Piotr se sentó a un lado de la tumba para leer con algo más de comodidad. El viejo panteón, muestra de ese afán por capturar a la Historia en alguna forma de mármol y granito, no ofrecía sen-saciones agradable pero, al menos, lo libraba del frío implacable de la estepa. Bajo la modesta luz de una vela, hurgó frenéticamente en cada bolsillo del uni-forme que vestía inútilmente los restos óseos de su abuelo. En uno de ellos encontró otra placa idéntica a la que estaba leyendo, hecha de la misma alea-ción desconocida, libre de la más mínima corrosión, salvo en las primeras lí-neas. En ellas pudo leer: "...tu sangre...". Eso le recordó que debía revisar la herida de su pierna derecha. Camino al Panteón de los Héroes, la noche in-sondable había logrado ocultar a aquello que lo había hecho caer pesadamen-te. No retomó la lectura sin antes permitirse sentir algo de ese miedo soviético: la constante sospecha, una mirada inadvertida, una presencia velada. "... tu sangre. Pero si estás aquí es porque él ha regresado." Unos pasos que preten-dían evitar ser descubiertos hacían pensar a Piotr que la suerte estaba echada. La policía lo había descubierto. Sería torturado y luego ejecutado. De todos modos, la verdad se muestra irreversible. Nada podría quitar de su mente lo que ya había conocido. Munido de esa convicción, tal vez algo provisoria y no menos romántica, decidió ignorar lo que parecía suceder a sus espaldas. "... No creas absolutamente nada de cuanto se diga sobre el derrotero del Sputnik II. Cinco de los camaradas científicos que formábamos parte del proyecto habíamos desarrollado los medios técnicos para visualizar el interior de la son-da. Sin autorización del Kremlin, instalamos el equipo, gracias al cual nos fue posible saber cómo la perra Laika fue a dar con una cultura de humanoides de vaya a saber qué rincón del universo. No describiré aquí los indecibles sufri-mientos a los que esas criaturas sometieron al animal, pero sí te diré que de los ensayos que han practicado sobre su sistema reproductor ha nacido una abe-rración, un engendro..." La sangre tapaba los caracteres cirílicos. Sin darse cuenta, estaba sosteniendo la placa con la misma mano con que había tocado su herida, sobre la que una nueva inspección reveló que no aparentaba tratar-se de un corte sino de una mordedura. Nervioso, Piotr limpió la placa. "Esa criatura, ese perro-humanoide fue puesto en el mismo Sputnik II, algo modifi-cado, y devuelto al espacio con la trayectoria inversa. Dados los desvíos oca-sionales, no puedo precisar una fecha, pero antes de que concluya el siglo, cuando nadie lo espere, él ya estará en nuestro planeta." Nada más que asom-bro. Tamaña inverosimilitud lo impedía ensayar cualquier razonamiento. Qué pruebas exhibir frente a la sentencia secreta de confinamiento por insanía que había pesado sobre el abuelo. Tratando de detener la sangre que seguía sa-liendo de su herida, continuó leyendo. "Más allá de su aspecto, lo último que alcanzamos a registrar es su comportamiento sumamente violento y una ele-mental capacidad de razonar. Otra vez te digo: considérate hombre muerto si ha probado el sabor de tu sangre." Subrepticiamente, las sombras parieron el horror. Piotr fue hallado despedazado. Un oso escapado del zoológico cercano ilustraba los informes oficiales. La noticia estaba a salvo. Entre las pertenencias del joven, se halló un ejemplar del Pravda y otro de un periódico extranjero. En este último, dos caídas ocupaban la primera plana: la del Muro de Berlín y la de un objeto desde el espacio en Siberia.
He oído quejarse a algunos campesinos de que en verano suelen perder parte de su ganado gracias a no sé qué bestia. Aún no se sabe cómo encontrar a ese engendro. Sólo recuerdo la última línea de la placa, que tal vez Piotr no leyó: "... -hijo de perra- le dirán. Eso lo pondrá furioso."

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