martes, 15 de marzo de 2011

Soldado, no dispares, tú también eres el pueblo

Soldado, no dispares, tú también eres el pueblo
(Manta en la manifestación estudiantil mexicana del 27 de agosto de 1968)
Por Paula Patricia Iansilevich Maldonado


Al terminar de leer una novela como Amuleto se hace inevitable pensar en qué es lo que hace de ella una gran novela.
Puede ser su prosa, eficazmente sencilla y clara y, a la vez, magistralmente cargada de significado.
Puede ser la historia, narrada de la misma forma en que se relata un sueño, sin tiempo, sin espacio, combinando el delirio y lo real, el pasado, el presente y el futuro no transcurrido, que dan como resultado una fusión a la vez palpable e inverosímil.
Pueden ser sus personajes, algunos ficticios, algunos reales, entremezclados en un Universo Bolaño que los encuadra a lo largo y a lo ancho de todas sus obras.
Pueden ser sus protagonistas, la verborrágica y entrañable Auxilio y el joven Arturito Belano, claro alter-ego del autor, quien, auto expatriado de Chile tal como éste, regresa a la Madre Patria para llevar adelante la revolución y, a su regreso, transformado sin retorno, parte de México hacia el mundo (tal como el autor).
Sí. Podría ser todo esto. No obstante yo, personalmente, creo que lo que hace de esta novela lo que es sería, básicamente, el marco histórico que la rodea. Bolaño tuvo la clara intención de que el relato en primera persona de Auxilio Lacouture fuera, conjuntamente, el relato de toda una generación y de toda una época. Auxilio queda encerrada en un baño del cuarto piso de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en el momento en que ésta es intervenida por el ejército durante la revolución estudiantil del año 1968.Bolaño elige una fecha clave para disparar su relato, el año de la Primavera de Praga, el año del Mayo Francés, el año de la Masacre de la Plaza de Tlatelolco, el año de la Revolución Cultural, denominada así por el historiador francés Fernand Braudel a raíz del cambio radical que tuvieron como consecuencia las protestas estudiantiles(1) en occidente sobre los tres pilares de la sociedad: la vida privada, la sociedad civil y el espacio público.
¿Qué queremos decir con eso? Que los reclamos estudiantiles, tanto en América - Latina y del Norte - cuanto más en Europa Occidental, hicieron del año 1968 un año bisagra, un antes y un después de la sociedad occidental moderna: cambió la familia, cambiaron las relaciones sociales y, definitivamente, cambió la manera de hacer política, cambiaron los políticos.
Los estudiantes se convirtieron en un nuevo actor social, reclamando a voces sus derechos y haciendo notar su disconformidad hacia una sociedad de posguerra arcaica y estática. Pero ¿por qué la clave del cambio tiene su origen en la generación del `68? ¿Por qué son estos jóvenes los que alzan su voz y no otros? La respuesta es clara y concisa y radica en la paz que trae la posguerra: Occidente se encierra en sus propias fronteras, Europa ha quedado devastada y se encuentra en pleno proceso de recuperación, Estados Unidos acomoda su política nacional e internacional en función de su nuevo papel de potencia mundial. El muro de Berlín separa a Oriente de Occidente y el avance tecnológico, antes destinado a fines militares, llega a la clase media con el fin de facilitar la vida diaria. Esta clase media se vuelve acomodada y, como siempre sucede en épocas de paz y prosperidad, explota el (des)control de natalidad. Finalmente, los hijos de ésta clase media acceden a la educación superior. La universidad le da a éstos jóvenes otra perspectiva, nuevos puntos de vista y, sobre todo, el poder de la palabra. Los libros que se leen traen consigo muchas veces ideas de Oriente y de revolución. Ya hace diez años que Fidel derrocó a Batista y se enfrentó cara a cara con Estados Unidos y hace un año que el Che perdió la vida en la selva boliviana. Los medios de comunicación se expanden y traen noticias de todo el globo, la guerra de Vietnam ya es una realidad, los jóvenes reclaman a vivas voces su disconformidad…
Esta es la generación de Auxilio: una generación contestataria y rebelde, una generación hastiada por la ausencia de libertad de expresión, una generación que nació en medio de la desigualdad política y en la cual las mujeres no tienen acceso a la opinión pública y, apenas, a la Universidad.
En México, el PRI(2) mantiene el poder desde 1929(3) con una abrumadora mayoría en el Congreso y el Partido Comunista Mexicano se encuentra relegado de la política; el presidente Díaz Ordaz, víctima de las conjuras comunistas, reprime cualquier movimiento que pueda desembocar en sedición; los Juegos Olímpicos se están organizando para el mes de octubre y México debe presentarse como un país organizado y democrático, pero la democracia mexicana es sólo una ilusión.
Es así como una disputa que se lleva a cabo el día 22 de julio de 1968 entre estudiantes de la vocacional 2 del IPN y la preparatoria Isaac Ochoterena (incorporada a la UNAM), seguidores de diferentes equipos de Fútbol Americano, desembocará en una fuerte represión y en la detención de varios estudiantes. A raíz de este incidente diferentes escuelas entran en paro en señal de protesta y son intervenidas por el ejército. El Rector de la UNAM se solidariza con ellas, levanta la bandera mexicana a media asta y reclama libertad para los estudiantes presos…el conflicto que finalizará en tragedia ha comenzado.
Las manifestaciones estudiantiles persisten a lo largo de julio y agosto de 1968 y, el 18 de septiembre, el ejército interviene la Ciudad Universitaria de la UNAM. Recién se retirará luego de catorce días, el primero de octubre y, al día siguiente, la marcha a lo largo de la Plaza de las Tres Culturas terminará en la Masacre de Tlatelolco.
Aun hoy se desconoce el número real de muertos y detenidos. Las cifras oficiales probablemente no se conozcan jamás y hoy, cuarenta y dos años después, la revolución cultural con todas sus vertientes sigue dando de qué hablar.
Personajes que hicieron de ella una realidad, del Mayo Francés una realidad, personajes como Daniel Cohn Bendit -autodenominado en su momento frente a Sartre “el megáfono de una rebelión”- hoy se refieren en reiteradas ocasiones al fracaso del proceso revolucionario del `68. Cohn Bendit, hoy Copresidente del grupo de los verdes en el Parlamento Europeo, expresó en una entrevista al diario La Nación efectuada durante el año 2005 que ha dejado de creer en el Mayo Francés ya que “…los procesos revolucionarios son los signos del fracaso de una sociedad que no supo reformarse (…) las mismas revoluciones son las que impiden las reformas necesarias. Inevitablemente, concluyen en el vacío”.
Es cierto que si se lleva a cabo un análisis exhaustivo de las manifestaciones de 1968, éstas no llegaron a transformar el poder instituido. Entonces sí, desde esa mirada bien podría decirse que la revolución naufragó. No obstante, encuadrada dentro de la Revolución Cultural, no se observa un fracaso sino un éxito rotundo, ya que las movilizaciones y protestas estudiantiles de occidente cambiaron al mundo e hicieron la contemporaneidad tal como la conocemos hoy, transformaron al hombre y a su sociedad, bifurcaron el camino de la historia, dieron espacio a nuevos actores sociales y un lugar público a la mujer.
Sí, la Revolución fracasó, pero la Memoria persiste; persiste la vivencia de esos jóvenes que creyeron que sí podían cambiar el mundo, persisten las ideologías que alguna vez no sonaron a utopía, persiste la verdadera vocación, las marchas por la justicia y la creencia genuina de que el pueblo unido mueve montañas…y también persisten las voces de la democracia, y ese canto es nuestro amuleto.

(1)No podemos incluir aquí a la Primavera de Praga no solo por no pertenecer al bloque occidental sino también por ser un intento de democratización del Estado desde arriba y no por parte de la movilización estudiantil.
(2)PRI: Partido Revolucionario Institucional
(3)Será así hasta que, en el año 2000, lo desbanque el PAN.

No hay comentarios:

Publicar un comentario