martes, 15 de marzo de 2011

Un relato reversible

Un relato reversible
Por Romina Paletta

Haroldo Conti, filósofo y escritor argentino, nace en Buenos Aires en el año 1925 y se convierte en otra de las numerosas y emblemáticas víctimas del terrorismo de Estado durante la madrugada del día 5 de mayo de 1976. Entre su cuantioso legado fílmico y literario nos encontramos con Alrededor de la jaula, obra mediante la cual se revela como novelista, ganadora del premio de la Universidad de Veracruz (México) en 1966, y publicada por Editorial Sudamericana durante 1967.
La novela nos relata las vidas de Milo y Silvestre – individuos sufridos y soñadores, simples y, a la vez, complejos –, recortadas sobre el paisaje de la Costanera de Buenos Aires y de otros barrios de la ciudad. Sus existencias se desenvuelven entre la monotonía de la rutina laboral y la excentricidad de lo exótico de sus paseos al zoológico y de los devaneos de sus imaginaciones. A partir de la lectura de la obra surgen diversas polaridades – o parejas de opuestos – que funcionarían a lo largo del texto de maneras específicas.
Si partimos de la base de que la sociedad, tal como lo conocemos, se maneja por medio de representaciones binarias creadas y reproducidas por la misma cultura en la cual estamos inmersos, nos percatamos de que nos es imposible pensar en otros términos. La definición de las polaridades se organiza en tanto se alejan o se acercan al paradigma (el alejamiento es negativo, el acercamiento sería positivo): éste no es más que un centro de poder desde el cual se construye la visión del “otro” y de “lo otro”. El filósofo francés Jacques Derrida sostiene que dicho paradigma es producto de lo que él mismo denomina como discurso falogocéntrico, que tiene como características principales el ser masculino, eurocentrista y etnocentrista. Otro atributo de estos pares sería que resultan análogos entre sí, ya que comparten el procedimiento de construcción: es decir, por un lado podemos establecer analogías y similitudes entre los términos que se alejan y, por otro lado, entre los términos que se acercan al paradigma.
Alrededor de la jaula hace eco de alguna de las representaciones que se desprenden de este discurso y juega con ellas creando este relato que definimos como ‘reversible’ desde el encabezado mismo.

Pero, ¿en qué consistiría esta reversibilidad?

Para comenzar, ya en el título nos encontramos ante la primera polaridad: si desmenuzáramos la frase “Alrededor de la jaula”, podríamos apreciar que se marca un adentro y un afuera; “jaula” es un recinto que delimita espacio, y “alrededor” es un adverbio de lugar que nos sitúa en el afuera de dicho espacio. Pero, conjuntamente, podríamos decir que este par no está presentado de manera tradicional ya que, cuando pensamos en un ‘afuera’ y un ‘adentro’, pensamos en ‘negativo’ y ‘positivo’ respectivamente…ahora, ¿qué puede tener de positivo estar adentro cuando ese interior es representado por una jaula y ésta no es “otra cosa que un vulgar calabozo”, según el narrador mismo? El texto se nutre de reemplazos de esta clase y va y viene revisitando estos lugares, invirtiéndolos y poniéndolos en cuestión de manera permanente.
Otra de las oposiciones que juegan en el texto sería la de lo simple y lo complicado: las palabras “complicado” y “confuso” aparecen en numerosas oportunidades pero, en ocasiones, contrastan con lo relatado y con la forma de lo que se relata, a su vez que discrepan con el léxico ya que, en realidad, todo sería “simple”. No obstante, a la vez, estas vidas que parecieran “simples” están colmadas de complicaciones, son intrincadas; es aquí donde podemos apreciar – nuevamente - la reversibilidad del par: lo simple es complicado, lo complicado es simple…
Lo animal también tiene participación en el relato. Tradicionalmente, una de las oposiciones más conocidas es la de animal/humano; esto está presente a lo largo de la obra pero se diluye en boca de los personajes: es claro que los animales son los Otros para la sociedad, ya que son recluidos en el zoológico, pero la obra sostiene lo siguiente:
En general, observándolos con atención, todos estos animales, por grotescos que sean, tienen algún parecido con la gente. Las manos, los ojos o simplemente la actitud. La gente no ve nada de eso. Es decir, ve tan sólo aquello que los hace distintos y los aparta.
Lo animal, lo negativo es, según el autor, también “humano”, al fin de cuentas. Por esa razón la oposición tambalea y se relativiza hasta mudarse en identidad: por ejemplo, Milo tiene a Ajeno y a Silvestre para visitar y eso “casi resultaba lo mismo”; los animales del zoológico y los personajes de la obra de Conti son igualmente desdichados, independientemente de su animalidad o su humanidad: en ese aspecto, nada los diferencia. Incluso, a lo largo del texto, los personajes parecen sufrir una suerte de “animalización” ya que, conjuntamente con una abundante mención al respecto de diversos animales, estos continuamente se utilizan para adjetivar y para realizar comparaciones. Todo lo que hacen los hombres puede parangonarse con comportamientos o características de los animales en Alrededor de la jaula.
Otra pareja sería la de lo propio y lo ajeno. Todos los personajes están signados de una u otra manera por este dúo. Como no podía ser de otra manera, estas no son categorías inmutables, inmóviles ni definitivas: lo que se define como propio puede ser ajeno y a la inversa, como también ambas categorías pueden estar fundidas en un mismo objeto o personaje. Esto podemos observarlo con mucha claridad a partir del nombre del perro de Silvestre (que luego será el de la Mangosta): se llama “Ajeno”, ya que su propietario no sabe de dónde viene o de quién es, y seguramente sea de otro, sea “ajeno” pero, conjuntamente, es propio, es de Silvestre, aunque seguirá siendo ajeno a través de su nombre mismo. “¡Ese perro es mío y precisamente se llama Ajeno!”, expresa el autor por medio de un oxímoron puesto en boca de uno de sus personajes.
Otros dos grandes personajes afectados por esta temática serían, también, Milo y Polito. Milo podría ser analogado al perro, a Ajeno, ya que apareció un día de la nada, es un hijo ajeno, pero llama “pá” a Silvestre, quien lo adoptó como si fuera un hijo propio. En cuanto a Polito, la dualidad se hace presente porque él es “amigo de lo ajeno”, quiere hacer “propias” las cosas de otros:
…tenía un sentido muy especial de las cosas, encariñándose con todas y cada una apenas se le cruzaban por delante de los ojos. (…) creía honradamente que todo lo que estaba al alcance de la mano, la suya por supuesto, le pertenecía de una u otra forma.r
Otra gran dualidad que signa el relato sería la del “yo” y el “otro”, haciendo referencia al contexto socioeconómico de las clases más bajas. Conti nos presenta personajes de clase baja otorgándoles vida y voz, algo que no sucede a menudo. Los “otros” de la sociedad son los protagonistas de este texto, ya que el narrador se deja impregnar por sus preocupaciones, por sus diversiones, por sus problemas y les hace lugar para que ellos expresen su palabra. Otros autores, aún cuando apelan a la clase baja, continúan mostrándolos como una otredad, ya que los narran a partir de una mera observación, no les dan vida. Por esto el yo/otro también se convierte en reversible: ¿quiénes serían los otros, si nuestros protagonistas pertenecen a la clase baja, la otredad por excelencia?
No obstante, la gran oposición que pende sobre la totalidad de esta obra es la de ser/parecer. Este dualismo es el que explicaría por qué sostenemos que Alrededor de la jaula es un texto reversible.
Los vocablos “parecía” o “como si” aparecen frecuentemente a lo largo de toda la narración. Prácticamente no hay página que carezca de alguno de estos términos. Esta profusión de alusiones, al parecer, pone en cuestión al ser, ya que las cosas son, pero también parecen. Y ese parecer las modifica y forma parte de lo que son. Esto mismo sucede con nuestras propias dualidades: son categóricas y, claramente, tienen un ser, pero el espíritu de la obra las hace parecer otra cosa, las da vuelta, las invierte, las hace reversibles, al menos por un rato. Porque un lado de las cosas es lo que estas son, y otro lado es lo que las cosas parecen.
Podemos concluir en que la obra de Haroldo Conti introduce y maneja juegos de opuestos estructurados a partir de una oposición mayor que enmarcaría a todas las restantes: la de ser y parecer. El juego que el autor lleva a cabo con el ser y el parecer transforma tanto al relato como a sus dualidades y logra así que los elementos que conforman cada pareja se inviertan, se discutan, se disfracen, queden inmóviles.
Alrededor de la jaula definitivamente es una obra literaria reversible…y quizá también cubista ¿por qué no?...si podemos ver ambas caras de la misma moneda casi simultáneamente.

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