CILC: los inicios de una editorial por Juan Alberto Crasci
Promediaba el año 2006. Juan Manuel Daza (JMD) y quien escribe (JAC) quisimos editar un libro. ¿El libro? Breve, adolescentón, catártico, carente de sentido. ¿El título?
Vamos a rockearla! Catálogo de la desesperanza. Éste reunía veintiún textos que ambos Juanes habíamos escrito alguna vez, entre los años 2002 y 2006. A JMD se le ocurrió la brillante idea de que cada uno de los textos estuviese acompañado por una ilustración, por lo que nos pusimos en campaña para conseguirlas . ¿Las ilustraciones? Lo mejor del libro. Hasta aquí, todo lindo. Luego se avecinó el caos: editoriales que pedían fortunas por imprimir doscientos ejemplares, imprentas que pedían media fortuna por imprimir cien ejemplares, editoriales e imprentas que ni se interesaban en ganar dinero imprimiendo solamente doscientos ejemplares, etcétera.
Tapa de Vamos a rockearla! + ilustración de Gustavo Sala
Visto y considerando que –en el mejor de los casos– a cambio de nuestro dinero sólo obtendríamos la impresión del trabajo y nada más –ni hablar de presentaciones, prensa, distribución–, tratamos de encontrarle la vuelta al asunto. Decidimos fundar una editorial (CILC) . ¿Cómo? No teníamos idea de nada. Desconocíamos la ya prominente movida under que azotaba las calles de Buenos Aires. Sólo nos importaba lo que queríamos hacer y sobre todo lo que nos gustaba, lo que valorábamos.
Así, por necesidad, nació el
festival rocanpoetry!, cuya única misión, en su primer intento, fue la de recaudar dinero para poder imprimir el libro. Juntamos plata, pero seis meses después de la primera averiguación por las imprentas, todo había aumentado al doble. La plata que teníamos no servía para nada. ¿El próximo paso? Comprar impresora, papel, y armar el libro nosotros. Tarea ardua, tratándose de un libro de sesenta y cuatro páginas, y de al menos cien ejemplares. No importó; con tiempo y paciencia lo hicimos –previa edición de cinco pequeñas plaquetas de poesía que dimos en llamar “
miniediciones”–. Estas plaquetas tienen dieciséis páginas y un tamaño de 10 x 7 cm.
Tapas de las primeras cinco miniediciones, correspondientes a: El hilo de las horas,
de Fernando Bogado; Dactilografía para mensajitos de texto, Clase Nº1, de Nono Trakinas;
Poemas para leer bajo la frazada, de Juan Manuel Daza; El gusano, de Inés Rando y
Hendidura, de Juan Alberto Crasci.
Hasta el momento podemos ver que todo plan previo se veía desbaratado por las benditas y marxistas condiciones materiales de existencia: 1. quisimos hacer un libro; 2. necesitamos hacer un festival para hacer un libro; 3. la plata no alcanzó; 4. lo solucionamos artesanalmente, intercalando la edición de plaquetas de poesía; 5. etc. Así podría contar los sucesos hasta el día de hoy. Pero, por obra y gracia de… nosotros mismos, nunca fue un impedimento tan grande la falta de dinero. Siempre pudimos ingeniárnosla para hacer lo que quisimos hacer, aunque tardando más. Las cosas nos costaron el doble, el camino se hizo largo. Y estos “desvíos” no son vistos por nosotros como maldiciones, sino que gracias a ellos pudimos aprender muchas cosas en el camino y vamos disfrutando más de lo que podemos conseguir. Si hubiésemos tenido el dinero para editar el libro, de una, la situación moría ahí. Teníamos el libro… ¿y qué?
Con el paso del tiempo continuamos la edición artesanal de miniediciones y también sumamos nuevas pequeñas colecciones de plaquetas, como las
33coma3, de 16,5 12 cm., o las
descartes, de 7 cm. x 10cm. y cantidad de páginas variable.
Tapas de las primeras cinco descartes, correspondientes a: Siesta, de Juan
Alberto Crasci; Este envase contiene el jugo de ocho naranjas exprimidas
aproximadamente, de Fernando Bogado, El mercado de la carne y Los
proselitistas del rock, de Walter Godoy y Diario íntimo, de Mariano Massone.
Con el festival rocanpoetry! desde un principio logramos unir de una manera llamativa el rock y la poesía y eso repercutió de manera fuerte en la gente que comenzó a seguir el festival. El público –promedio 130-140 personas por evento, aproximadamente– venía a disfrutar de un “show” integral, de un concepto bastante armado, pautado, pensado –no consideramos el “micrófono abierto” como una alternativa válida para un encuentro poético. Ese mic abierto que se piensa como democrático convierte la noche en un caos en el que nadie escucha a nadie y en el que lo que importa es la cerveza, como dice la publicidad–. Si bien el público venía a escuchar a sus amigos, o a ver a la banda de su novio/a, se quedaba a escuchar a todos los poetas y a todas las bandas o solistas. Nos resultó bastante llamativo ese marco de respeto y de silencio –lógicamente, no completo– que se fue generando .
Fotos de Tulús en el rocanpoetry! #17 y de Strudl Von Disphonic
Orchestra (Uruguay) en el rocanpoetry! #19.
Gracias a la participación en estos festivales, se unieron definitivamente al núcleo editorial Fernando Bogado (FB) –quien recientemente se desvinculó del proyecto– en 2007 y Sebastián Realini (SR) en 2008. Por casi tres años seguimos organizando los festivales, ya teniendo pautado el próximo –el rocanpoetry! #20– para diciembre de este 2010, momento en el que ya estaremos los tres miembros actuales de la editorial viviendo juntos, en una casa que alquilamos para dedicarnos full time a este proyecto.
Mientras tanto, en lo que se refiere a la actividad editorial, fuimos creciendo paulatinamente, pudimos enviar nuestro material a imprenta y logramos de esta manera realizar libros más grandes y con una tirada mayor, cosa que no podíamos resolver en poco tiempo nosotros armando libro por libro, a mano. Esto supuso un crecimiento radical en nuestro modo de funcionamiento, aunque parezca lo normal para cualquier persona que quiera hacer un libro. Quiero decir: uno tiene la plata, manda el libro a imprenta, la imprenta realiza el trabajo y le entrega el libro a la persona, listo. Nosotros no estábamos acostumbrados a eso; realizábamos toda la tarea –diseño, impresión y el posterior armado–, sin cobrarle un centavo a los autores que editamos, porque consideramos que una editorial no tiene que aprovecharse del autor desesperado e inexperto, que desconoce del funcionamiento de la industria editorial –como nos pasó a nosotros al principio–, para sacarle el dinero. Así, luego de casi tres años, logramos editar
Poesía popular argentina, del poeta cordobés Vicente Luy, y la
Colección Gama, que reúne a dieciséis poetas muy prestigiosos de toda la Argentina .
Imágenes de tapa de Poesía popular argentina, de Vicente Luy,
y de Héroes, de Silvio Mattoni, libro integrante de la Colección Gama.
El problema no se termina al recibir el libro de la imprenta y pagárselo; ahí recién comienza. ¿Cómo hacemos las editoriales under/independientes para vender los libros? Si bien los puntos de venta más importantes para nosotros son las ferias y eventos en los que podemos ofrecer nuestro material, consideramos necesario ingresar al circuito de librerías. No porque eso valide nuestro trabajo, sino porque es otra forma de que la gente pueda acceder a los libros, en todo momento, sin necesidad de esperar a que llegue el fin de semana para asistir a una feria. Ardua tarea la de la distribución, que también realizamos nosotros mismos, librería por librería, siempre y cuando las librerías acepten el material, ya que al ser una editorial pequeña y desconocida, y no llevar el material a través de una distribuidora, son pocas las librerías que acceden a recibirlo.
Lo arduo de esta tarea independiente, al menos como la concebimos nosotros, no está dado por la falta de dinero disponible para editar –cosa obvia, nuestro funcionamiento se basa en “desvíos” por no tener plata–, sino por cómo hacer para poder llevar a cabo los planes a pesar de todo. Es necesario tiempo, ingenio, dedicación: generar alternativas a lo ya conocido.
Contacto:
Editorial CILC
Av. Rivadavia 8029
arockearla@gmail.com